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Perspectivas de crecimiento y estabilidad en la República Dominicana

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Fuente: BCRD

La República Dominicana terminó el 2023 exhibiendo un desempeño económico adecuado, en un contexto de disminución de la demanda interna, el aumento de los precios internacionales de las materias primas, las tensiones geopolíticas y los efectos adversos derivados de eventos extremos asociados al cambio climático. En ese tenor, este crecimiento económico de 2.4 % se mantuvo en un entorno de estabilidad monetaria y financiera, donde se espera que el crecimiento retorne a su senda potencial de 5.0 % hacia finales de 2024, conforme a las últimas estimaciones de organismos internacionales tales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Ante los retos y desafíos presentes en el actual entorno internacional para la economía dominicana, este artículo presenta un breve análisis sobre las perspectivas de la economía hacia el 2024, a fin de traer confianza, certidumbre y tranquilidad a los agentes económicos sobre las perspectivas económicas del país, en función de la actual coyuntura externa.

1. Entorno doméstico reciente
Las políticas monetarias y financieras adoptadas de manera oportuna en el país han contribuido a que la inflación converja más rápido de lo previsto hacia el 3.57 % en el 2023, en tanto que la inflación subyacente se situó en 4.32 %, orientándose al centro del rango meta de política y esperándose que se mantenga en torno a este nivel hacia el 2024.

Se recuerda que, desde finales del 2021, el Banco Central de la República Dominicana, en cumplimiento a su mandato constitucional de velar por la estabilidad de precios, incrementó de manera gradual la tasa de política monetaria hasta un máximo de 8.50 % en noviembre de 2022. Posteriormente, luego de lograr la convergencia de la inflación al rango meta, comenzó en mayo del 2023 a reducir gradualmente la tasa de referencia por un total de 150 puntos básicos hasta alcanzar 7.00 % en diciembre de 2023.

A estas medidas monetarias, se ha agregado la implementación de un programa de provisión de liquidez, vía la liberación de recursos del encaje legal y la ventanilla de facilidad de liquidez rápida (FLR), a través del cual los intermediarios financieros han canalizado préstamos por unos RD$190,000 millones a los sectores productivos, hogares, micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES), a tasas de interés de hasta 9 % anual. De estos recursos, actualmente se encuentran en circulación alrededor de RD$30,000 millones para gestión de liquidez de las entidades de intermediación financiera y RD$149,353.8 millones para los sectores productivos, hogares y MIPYMES, habiéndose beneficiado a los agentes económicos con más de 27,600 préstamos, lo que ha contribuido a dinamizar las actividades productivas en un entorno de estabilidad financiera.

 

 

Gracias a la oportuna implementación de la política monetaria y fiscal, la inflación ha sido controlada, que era el principal objetivo de la política económica, como ha indicado recientemente el señor presidente Luis Abinader Corona. El producto interno bruto (PIB) per cápita de la República Dominicana ha alcanzado los US$11,200 dólares al cierre de 2023, colocándonos como una economía de ingresos medios y la séptima más grande de América Latina. Además, se ha mantenido la estabilidad del mercado cambiario, donde el tipo de cambio de venta del dólar estadounidense en el mercado spot presentó una depreciación interanual de apenas 3.3 % al cierre de 2023, por debajo del promedio de los últimos cinco años prepandemia de 3.6 %.

En términos del sistema financiero, las últimas informaciones publicadas a diciembre de 2023 por la Superintendencia de Bancos dan cuenta que los activos totales de las entidades de intermediación financiera han alcanzado los RD$3.50 billones (51.4 % del PIB) y la cartera de crédito ha ascendido a los RD$1.93 billones, exhibiendo un crecimiento de 19.6 %. El perfil de riesgo de la cartera de crédito es históricamente bajo en la actualidad, con una morosidad que se ubica en torno al 1.2 % y un indicador de cobertura de provisiones que ha ascendido a 267 %, lo que refleja que a nivel agregado las entidades de intermediación financiera cuentan con suficientes recursos para cubrir más que la totalidad de los créditos vencidos.

El patrimonio neto de las entidades de intermediación financiera se ha fortalecido en más de RD$54,935 millones, alcanzando el 5.9 % del PIB, como reflejo de incrementos en el capital pagado y el buen desempeño de los resultados del ejercicio, donde la rentabilidad del activo (ROA) aumentó de 2.6 % en 2022 a 3.1 % a diciembre de 2023, a la vez que la rentabilidad del patrimonio (ROE) incrementó de 23.0 % a 26.4 %, respectivamente.

Asimismo, el público ha mantenido la confianza en la estabilidad de las instituciones financieras. De acuerdo con las últimas cifras disponibles al cierre de 2023, los depósitos del público habían aumentado 22.2 %, hasta alcanzar los RD$2.6 billones; a la vez que los bancos múltiples han mantenido depósitos del público en moneda extranjera por el orden de los US$12,100 millones, un hito sin precedentes en los últimos años. En ese sentido, los niveles de riesgo sistémico se han reducido y la disponibilidad de liquidez en moneda extranjera se ha mantenido para promover la estabilidad y el crecimiento.

2. El desafiante entorno internacional
En su más reciente informe sobre las perspectivas de la economía mundial, el Fondo Monetario Internacional pronostica que el crecimiento económico mundial se mantendrá resiliente, aunque la recuperación económica probablemente tomará más tiempo de lo previsto. En ese orden, se estima que el crecimiento mundial se mantendrá limitado en 3.1 % para 2023 y 2024, antes de acelerarse ligeramente a 3.2 % en 2025, si los factores de riesgo no se intensifican.

Entre los factores de riesgo que han sido señalados como los más probables a contribuir en esta ralentización del crecimiento se destacan la continuidad de las tensiones geopolíticas y conflictos bélicos en Europa del Este, y más recientemente en Medio Oriente. En particular, la posibilidad de que escale a nivel regional el conflicto bélico entre Israel-Hamas y se intensifiquen los ataques realizados por rebeldes Hutíes de Yemen a los buques mercantes internacionales que transitan por el mar Rojo hacia el Canal de Suez para conectar con las rutas marítimas comerciales del mar Mediterráneo.

Este conflicto podría conducir a reorientar las rutas comerciales hacia otros destinos a través del cabo de Buena Esperanza en el sur de África, incrementándose así no solo los días de tránsito marítimo, sino los costos operacionales y por ende los fletes y costos agregados del transporte internacional de mercancías. De hecho, informaciones recientes publicadas por BBC Mundo dan cuenta que los fletes marítimos del transporte de mercancías procedentes del Este Asiático hacia el norte de Europa se han incrementado en más del 110 %, al pasar de los US$2,400 dólares a más de US$5,200 dólares por cada contenedor de 40 pies para transportar mercancías.

A esta situación también se añade la reducción de los niveles de agua en el canal de Panamá producto de las sequías, el cual ha visto su volumen de operaciones reducirse en más de un 30 % durante el pasado año. En ese sentido, todos estos factores podrían contribuir a que se intensifiquen las disrupciones en las cadenas globales de suministros de materias primas clave para algunos procesos productivos, y al encarecimiento de algunos bienes alimenticios importados y de la energía, por lo que la inflación podría ser más persistente de lo previsto en algunos países.

La posible persistencia de la inflación en algunas de las principales economías del mundo podría conducir a que los bancos centrales de las economías avanzadas evalúen mantener las tasas de interés elevadas por más tiempo de lo previsto, endureciendo las condiciones financieras de los hogares y las empresas para acceder a los créditos, a fin de mitigar la demanda agregada y reducir las presiones inflacionarias.

Al desafiante entorno internacional que transita la economía mundial, también se añaden las restricciones comerciales de transferencia de tecnología y capital entre China y los Estados Unidos, dos de los principales socios de comercio exterior a nivel mundial para la gran mayoría de los países, por lo que se espera que la recuperación del crecimiento económico mundial pueda ser más limitada de lo previsto.

Sin embargo, para mediados de 2024, estos factores de riesgo podrían subsanarse si se logra una mayor cooperación multilateral entre los países para reducir las tensiones geopolíticas, incidiendo en que se dinamice el comercio internacional y se moderen las presiones sobre los precios de las materias primas, a fin de crear los espacios de política suficientes para que los bancos centrales comiencen a reducir gradualmente sus tasas de interés de referencia para promover el crecimiento sin comprometer la estabilidad de precios.

3. Hacia el futuro
Existe un amplio consenso entre la mayoría de los agentes económicos, nacionales y extranjeros, de que hoy día la economía dominicana exhibe un mejor clima de inversión y mayor estabilidad económica y financiera que hace algunos años y durante la pandemia del COVID-19. Las actividades productivas se han expandido, las presiones inflacionarias se han reducido y el empleo ha aumentado a niveles históricos, promoviendo la estabilidad, el crecimiento y el desarrollo económico nacional.

Este desempeño económico ha contribuido a que mejoren las perspectivas de calificación de riesgo del país, publicadas por las principales agencias calificadoras de riesgo a nivel internacional. En ese sentido, el índice de bonos de mercado emergentes (EMBI, por sus siglas en ingles) para la República Dominicana, calculado por la firma estadounidense de servicios financieros JPMorgan Chase, el cual sirve de referencia para el riesgo país de las economías emergentes y en vías de desarrollo, se ha ubicado un 32.5 % por debajo del promedio regional de América Latina y 22.6 % por debajo del promedio global, a niveles inferiores al de economías como México, Colombia y Panamá.

Hacia el 2024, las principales perspectivas económicas de la República Dominicana apuntan a que el crecimiento económico retorne a su senda potencial de 5.0 %, la inflación se mantenga en torno al centro del rango meta de política de 4.0 % ± 1.0 % y las tasas de interés se orienten hacia la baja, si los factores de riesgo no se intensifican. Asimismo, se espera que el tipo de cambio se mantenga relativamente estable en torno a su variación histórica promedio, dado los ingresos en divisas que recibe el país, donde se pronostica que estos ingresos excedan el desempeño exhibido durante el 2023, cuando los flujos de remesas alcanzaron los US$10,157.2 millones, los ingresos por turismo se ubicaron en US$9,828.9 millones y la inversión extranjera directa ascendió a US$4,381 millones.

A su vez, la adopción de medidas de política macroprudencial y la adecuada gestión de la liquidez de los intermediarios financieros, para reducir el riesgo sistémico y facilitar la canalización de recursos a los sectores productivos, hogares y MIPYMES, permitirán contribuir a la expansión del crédito y a dinamizar la economía en un entorno de estabilidad de precios y estabilidad del sistema financiero.

En la actualidad, dada la intensificación de los factores de riesgo a nivel internacional que podrían afectar el desempeño económico del país, el Banco Central de la República Dominicana se encuentra monitoreando de manera continua estos factores de riesgo, a fin de adoptar de manera preventiva y oportuna las medidas de política que sean necesarias para preservar la estabilidad y el crecimiento de la economía dominicana, con el objetivo de que los agentes económicos dispongan de un entorno y clima económico propicio para el ahorro y la inversión en capital y nuevas tecnologías, a fin de dinamizar las actividades productivas y que el crecimiento y la estabilidad se traduzcan en un mayor desarrollo y bienestar económico para todos, lo cual entendemos son las aspiraciones de todos los dominicanos.

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