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Entrevista con Frank Elderson, Miembro del Comité Ejecutivo del BCE y Vicepresidente del Consejo de Supervisión del BCE, realizada por Lluís Pellicer

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Dicen que los bancos de la zona euro están a salvo. ¿Están cerrados todos los canales de contagio de una crisis financiera?

El sistema bancario de la zona euro es sólido y resiliente: tiene unos niveles de capital y liquidez robustos. Y hemos implementado el régimen regulatorio postcrisis, con una supervisión rigurosa. Además, el BCE está preparado y dispone de las herramientas necesarias para dar liquidez al sistema si fuera necesario. La presidenta Lagarde lo dejó muy claro: no hay un dilema entre la estabilidad de precios y la estabilidad financiera. No estamos entre la espada y la pared, y eso lo muestra la decisión que tomamos de subir en 50 puntos básicos los tipos de interés.

Dos semanas después del estallido de la crisis, las turbulencias siguen ahí, ¿cree que va a ser necesario usar esas herramientas?

Insisto, los bancos son resilientes, están bien capitalizados y supervisados.

Hay quien ve paralelismos entre la crisis del Silicon Valley Bank y la del Bear Stearns, en 2008. ¿Podríamos estar a las puertas de una crisis como la de entonces?

No, esta situación es muy diferente. Después de la gran crisis financiera hubo una fuerte agenda de reformas regulatorias en Europa. Esos cambios se han implementado, los bancos están sujetos a Basilea III y también a la supervisión bancaria europea. Además, Silicon Valley Bank (SVB) tenía un modelo de negocio muy particular, con una exposición muy elevada al riesgo de tipo de interés y una base de depósitos muy concentrada. Entre los bancos que el BCE supervisa, los que tienen modelos de negocio que dependen más de los depósitos están más diversificados.

Pero algunos analistas creen que detrás de las crisis bancarias están también las abruptas subidas del precio del dinero aplicadas por los bancos centrales tras una época de tipos ultrabajos…

Hay una cosa clara: la inflación es demasiado elevada y debemos reducirla. Eso es lo que nos ha llevado a endurecer la política monetaria. La estabilidad financiera es una precondición para poder cumplir con la estabilidad de precios, porque es necesaria para que la política monetaria se transmita adecuadamente. Pero lo he dicho antes: tenemos instrumentos para atender ambas cosas.

En el caso concreto de SVB, el banco tenía una exposición extrema a los ajustes de tipos de interés, además de una base de negocio muy concentrada. Los bancos de la zona euro no presentan estas características de modo tan acusado.

¿La decisión de Suiza de imponer primero las pérdidas a los tenedores de bonos de alto riesgo y no a accionistas puede tener consecuencias sobre la banca de la zona del euro?

La exposición de los bancos de la zona del euro a los bonos de alto riesgo de Credit Suisse es muy limitada. Además, en la Unión Europea los accionistas siempre son los primeros en absorber pérdidas, estos instrumentos de alto riesgo solo se ven afectados más adelante. Este enfoque se ha aplicado de forma consistente y continuará guiando nuestra actuación en casos de crisis, como hemos reiterado recientemente en un comunicado conjunto con la Junta Única de Resolución y la Autoridad Bancaria Europea.

En la última reunión del Consejo de Gobierno, decidieron seguir adelante con su plan y subir los tipos de interés hasta el 3%. ¿Hoy hubieran tomado esa misma decisión?

En el último consejo se acordó una subida de los tipos de interés que ya había sido anunciada en febrero. En vista de las perspectivas actuales de que la inflación continúe en un nivel demasiado alto, esa decisión es hoy tan válida como cuando la adoptamos. Es cierto, no obstante, que, dado que no se conoce con certeza el impacto de las recientes tensiones de los mercados en las perspectivas de inflación, no indicamos cuáles son nuestras intenciones específicas sobre futuras decisiones, como habíamos hecho anteriormente. En lugar de eso, creemos que era mejor dejar clara nuestra función de reacción, es decir, explicar los elementos que tendremos en cuenta en el futuro a la hora de decidir. Estos son tres: la previsión de inflación, para lo que analizamos los datos económicos y financieros más actualizados; el comportamiento de la inflación subyacente; y la fortaleza de la transmisión de la política monetaria. Es decir, no anticipamos las futuras decisiones, pero seguimos comprometidos con que la inflación vuelva al objetivo del 2% a medio plazo.

¿No aprobaron esa subida de medio punto para evitar parecer pesimistas ante los mercados?

Ya habíamos dejado claro en febrero que esa era nuestra intención. Entonces ya había un elevado grado de incertidumbre por varios factores: las secuelas de la pandemia, la guerra ilegal de Rusia en Ucrania o las actuales crisis climática y medioambiental. Ahora se añaden las tensiones en los mercados financieros. Sin embargo, estaba claro que la inflación, cuyo control es nuestro objetivo principal, seguía siendo demasiado elevada. Eso nos ha llevado, primero, a cumplir con nuestra intención de subir los tipos de interés en 50 puntos básicos; segundo, dado el aumento de la incertidumbre, dar una guía muy clara sobre nuestra función de reacción.

Antes de la reunión del Consejo de Gobierno, el Gobierno español les pidió que fueran prudentes ante las tensiones en los mercados. ¿Lo fueron?

Hemos de cumplir con nuestro objetivo de estabilidad de precios. Los ciudadanos europeos confían en que vamos a cumplirlo, y esto es a lo que nos debemos. En la última reunión lanzamos una señal fuerte de nuestro compromiso con este objetivo.

Soy consciente de lo difícil que es para mucha gente, también en España, llegar a final de mes en la actual situación económica y financiera. Las hipotecas variables, muy comunes en España, se han encarecido una media de 400 euros al mes desde que empezamos a subir los tipos de interés. Entiendo la frustración que eso provoca. Pero hay que diferenciar entre la enfermedad, que es la inflación, y la medicina, que consiste en subir los tipos de interés. Muchas medicinas son amargas, pero si no se toman, la enfermedad empeora. Y en este caso, si los altos niveles de inflación se afianzan, acabarían pagándolo quienes ya sufren más.

Ese símil me recuerda a hace una década, cuando nos decían que la austeridad era la medicina amarga que debíamos tomar para recuperarnos y resultó ser dañina…

Entiendo lo que dice, pero lo mejor que podemos hacer es asegurarnos de que la inflación regrese al objetivo del 2% lo más pronto posible. Esa es nuestra misión y estamos comprometidos a hacerlo. Y para ello, tenemos que pasar por esta fase de subidas de tipos. Además, esta situación no tiene nada que ver con lo que se vivió hace más de una década. El BCE, sin ir más lejos, ha sido rápido en actuar y ha tenido una política acomodaticia que ha sido clave para navegar las consecuencias de la pandemia. Ahora estamos en otra situación, donde la elevada inflación es el mayor problema, y debemos actuar también.

Los economistas del BCE ahora prevén una inflación media del 2,1% en 2025, solo una décima por encima del objetivo del BCE. ¿Eso significa que la senda de subidas va a ir aplacándose?

Nuestras últimas proyecciones, que se cerraron a comienzos de marzo, proyectan una inflación general del 2,1% a finales de 2025 y una subyacente algo más alta, del 2,2%. Esas proyecciones se basan en supuestos técnicos vigentes a 15 de febrero, y por tanto no tienen en cuenta la reciente evolución de los mercados. Hemos querido aclarar nuestra función de reacción precisamente para indicar que debemos tomar las decisiones dependiendo de los datos más recientes. Los datos evolucionan, y nuestra evaluación con ellos. Es por ello que no es posible anticipar hoy las decisiones que se adoptarán en mayo.

En nueve meses, han subido los tipos de interés seis veces, del -0,5% al 3,0%. ¿No temen acabar dañando la economía?

Si una inflación alta como la que estamos sufriendo en la zona euro se afianza, dañará considerablemente la economía y afectará sobre todo a los más desfavorecidos. El BCE debe luchar contra ella. Ese es nuestro mandato. Y nuestra principal herramienta para luchar contra la inflación son los tipos de interés. La política monetaria restrictiva acaba bajando la inflación eliminando el exceso de demanda agregada. En el corto plazo hay cierto frenazo económico, pero en el medio y largo plazo toda la sociedad gana cuando la inflación se modera. Solo con estabilidad de precios puede haber un crecimiento sostenible.

¿Cuánto tiempo vamos a estar en ese territorio restrictivo, en el que la política monetaria enfría la economía?

De acuerdo con los elementos que le he citado sobre nuestra función de reacción, vamos a ver cuán restrictivos, y cuánto tiempo, necesitaremos ser para cumplir nuestro objetivo de inflación. Déjeme usar ahora un “si” mayúsculo, un gran condicional. Si el escenario base de la última reunión se mantiene, habrá aún más camino por andar y deberemos subir más los tipos de interés. Ese camino por andar dependerá no sólo de la evolución de las tensiones en los mercados, sino también de que la inflación subyacente se modere de forma convincente. Pero es cierto que existe incertidumbre añadida, así que no podemos decir hoy con exactitud cuál será la evolución exacta de la política monetaria.

En España, las cuotas hipotecarias han subido rápidamente, pero no ocurre lo mismo con la remuneración de los depósitos. ¿Qué diría a los bancos?

Esta es una cuestión entre los bancos y sus clientes. Permítame decir únicamente que, desde el punto de vista económico, tiene sentido que cuando suben los tipos de interés, la remuneración de los depósitos también acabe subiendo. Es parte de la trasmisión de la política monetaria. Puede haber decalajes, sobre todo cuando todavía hay mucha liquidez en el sistema, pero es una consecuencia lógica de la subida de tipos.

Unidas Podemos, el socio minoritario del Gobierno, ha sugerido limitar las cuotas hipotecarias. ¿Lo ve viable?

Permítame que no comente propuestas que hagan los partidos políticos. No me corresponde. En general, es importante que las medidas que adopten los gobiernos, que entendemos que lo hagan, sean temporales, focalizadas en quienes realmente más las necesitan y adaptadas al contexto específico. Hemos analizado todas las medidas de apoyo gubernamentales en la zona del euro y solo el 10% están destinadas a hogares con bajos ingresos. Y es importante: primero, asegurarse de que las finanzas públicas siguen siendo sostenibles. Y, segundo, que las medidas son temporales y focalizadas, porque si esas condiciones no se cumplen, pueden dar lugar a más presiones inflacionistas. Y eso nos llevaría a tener que hacer más para cumplir con nuestro objetivo de estabilidad de precios.

¿Es el momento de retirar esas medidas?

A medida que bajan los precios de la energía, es importante que los gobiernos europeos vayan retirando medidas allí donde sea posible.

Este mes han empezado también a reducir su balance a un ritmo de 15.000 millones de euros mensuales hasta junio. ¿Podrían moderar sus intenciones dadas las tensiones financieras?

En este momento, nuestro principal instrumento para cumplir con nuestro mandato de la estabilidad de precios es el ajuste de los tipos de interés, guiados por nuestra función de reacción. De forma complementaria, vamos a ir reduciendo nuestra cartera de bonos de manera equilibrada.

Las primas de riesgo hasta ahora han estado controladas. ¿Prevén que las actuales turbulencias se trasladen a la deuda de los países periféricos, como España o Italia?

No estamos viendo movimientos en los mercados de bonos que nos preocupen. Si en un futuro hay tensiones, tenemos todos los instrumentos para ser usados, entre ellos el Instrumento para la Protección de la Transmisión, que nos permitiría contrarrestar los riesgos de fragmentación que podrían amenazar la transmisión de la política monetaria en todos países de la zona del euro.

¿Se ha discutido su uso en algún consejo?

No ha sido necesario. Pero tenemos los elementos necesarios para garantizar la trasmisión adecuada de nuestra política monetaria.

La crisis energética ha puesto de manifiesto la necesidad de acelerar con la transición energética. ¿Cómo puede un banco central contribuir a ese objetivo?

Acabamos de publicar cuál es la huella de carbono del balance del BCE y de los bonos corporativos del Eurosistema, que descarbonizamos gradualmente en una senda en línea con los objetivos del Acuerdo de París. También hemos adoptado medidas con respecto a nuestro sistema de activos de garantía, y a nuestras herramientas de evaluación y gestión de riesgo. Además, como supervisor bancario, nuestro objetivo es asegurar que los bancos gestionen eficazmente todos sus riesgos climáticos y medioambientales y que mantengan su resiliencia en una economía que necesita acelerar el paso hacia cero emisiones netas. Para lograrlo, hemos adoptado un plan plurianual a fin de asegurar que los bancos cumplan nuestras expectativas.Y nos hemos comprometido a hacer más, si fuera necesario, para garantizar que seguimos apoyando los objetivos del Acuerdo de París, en el marco de nuestro mandato.

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