Por Metodij Hadzi-Vaskov y Joyce Wong
América Central no es ajena a los grandes shocks. La región fue en algún momento una de las más volátiles del mundo, escenario de convulsiones civiles y políticas. Más recientemente se ha visto azotada no solo por desastres naturales sino también por la pandemia de COVID-19. Después de cada shock, la región ha logrado recuperarse e ir en busca de nuevas posibilidades. Las autoridades ahora tienen ante sí una oportunidad única para ejecutar reformas que encaminen a las economías de la región por una senda de crecimiento más resiliente e inclusivo, sin descuidar las necesidades cruciales de los ciudadanos.
Desde el inicio de la pandemia, el desempeño de las economías de América Central, Panamá y la República Dominicana (CAPRD) ha estado entre los mejores de América Latina. Para 2021, solo el producto de Panamá no había superado los niveles registrados antes de la pandemia.
Esta sólida recuperación se debió en parte a la forma en que respondieron las autoridades, con políticas rápidas, integrales y, en muchos casos, sin precedentes, tales como recortes históricos de las tasas de política monetaria para estimular la actividad económica y una marcada ampliación del gasto en asistencia social y salud. A la recuperación también han contribuido factores externos, como la recuperación en Estados Unidos, dado el grado relativamente alto de apertura de la región y su dependencia de las remesas.
Mientras combatía la pandemia, la región también fue golpeada por los huracanes Eta e Iota, dos recordatorios de la vulnerabilidad al cambio climático. Los países afectados una vez más respondieron brindando apoyo inmediato a la población y poniendo en marcha la reconstrucción.
Justo cuando la recuperación estaba empezando a afianzarse en 2022, la región ahora se ve afectada por las ramificaciones mundiales de la guerra en Ucrania, más concretamente a través de las subidas de los precios de los combustibles y los alimentos. Las autoridades una vez más han respondido con medidas de gasto e impuestos para proteger la incipiente recuperación y brindar apoyo a la población, en particular a los más vulnerables.
Se proyecta que estos múltiples shocks tendrán secuelas duraderas en el nivel del PIB de la región. La mella en el PIB es menor de lo proyectado en 2021, pero mayor que en las economías avanzadas.
Prueba para la resiliencia
Las perspectivas económicas de la región ahora están sujetas a un grado inusualmente alto de incertidumbre. Una posible confluencia de factores mundiales adversos podría una vez más poner a prueba la resiliencia de las economías, en un momento en que las autoridades disponen de escaso margen de maniobra, como por ejemplo ante el el nivel de deuda más elevado.
Algunos de estos otros factores son una mayor volatilidad de los precios de las materias primas, ya que la región depende mucho de las importaciones de combustible; el debilitamiento del crecimiento en los socios comerciales, incluido Estados Unidos; condiciones de financiamiento más restrictivas debido a alzas más rápidas de las tasas de interés mundiales e internas; y una nueva moderación de las entradas de remesas, que son una ayuda vital para algunas economías.
Una nueva y mejor oportunidad
La región está ante una oportunidad única para reimpulsar un conjunto de reformas cruciales orientadas a mejorar las condiciones sociales y revertir el deterioro de problemas preexistentes, como el desempleo, la pobreza y la desigualdad altas y persistentes, que han alimentado la migración.
Las autoridades deben concentrarse en crear oportunidades de empleo, para lo cual han de incrementar la flexibilidad de los mercados laborales —en especial para las mujeres y los jóvenes, que fueron los más afectados por la crisis—, invirtiendo en infraestructura resiliente a los eventos climáticos e impulsando sus programas de digitalización, en los sectores público y privado, lo cual potenciará la competitividad de la región.
El proceso tomará tiempo, por lo que es aún más importante adoptar sólidas políticas internas para mejorar la resiliencia antes de la llegada del próximo shock.
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Metodij Hadzi-Vaskov es el Representante Residente Regional para América Central, Panamá y la República Dominicana.
Joyce Wong es la Jefa de Misión para Honduras.