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Nuevos estándares internacionales de regulación financiera.

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Fuente: LIDAAPI

En los últimos años, la regulación financiera internacional ha experimentado una profunda transformación orientada a fortalecer la estabilidad del sistema financiero global, mejorar la competitividad de los mercados locales y abordar los retos emergentes de la digitalización. En ese sentido, se pueden observar ciertas tendencias en distintos ámbitos como son: 

  • Marco regulador internacional para los bancos, a través de Basilea III y el Marco de Basilea consolidado. Su objetivo es reforzar la regulación, la supervisión y la gestión del riesgo de los bancos. 
  • Lucha para la prevención del lavado de dinero y la financiación del terrorismo, para lo cual se han emitido las recomendaciones del GAFI, guías de referencia para el antilavado de activos y la lucha contra el financiamiento del terrorismo del Banco Mundial.
  • Supervisión transfronteriza y colaboración internacional, la cual será fundamental para la eficacia de esta transformación, debido a la naturaleza transfronteriza que están experimentando los servicios financieros digitales.
  • Se espera mayor protección de la información y ciberseguridad. La Unión Europea ha emitido directivas y reglamentos como el Reglamento sobre los Mercados de Criptoactivos (MiCA), el Reglamento sobre la resiliencia operativa digital del sector financiero (DORA),  el Reglamento General de Protección de Datos  y el Reglamento Europeo de Inteligencia Artificial,  entre otros
  • Atención a los factores ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) como visión actualizada del concepto de sostenibilidad o buen gobierno. Existe una tendencia creciente hacia normativas que obligan a las empresas a revelar sus prácticas ASG, a usar estándares reconocidos de evaluación, a rendir informes no financieros de desempeño, lo que refleja una ventaja competitiva en un mundo hiperglobalizado.
  • Monedas y activos virtuales. Por un lado, el dinero está siendo sujeto una transformación que podría reconfigurar la banca, las finanzas e incluso la estructura de la sociedad, comienza la era de las monedas digitales.  El desarrollo de las monedas digitales emitidas por los bancos centrales (CBDC) es otro de los ejes de la transformación. La Unión Europea está evaluando la creación de monedas digitales oficiales, como el euro digital, para garantizar la soberanía de la política monetaria en un contexto cada vez más digitalizado.
  • Las iniciativas de open banking se encuentran en etapa de desarrollo e implementación y presentan riesgos en la seguridad y protección de datos de los usuarios, que deben ser atendidos a nivel regulatorio. Jurisdicciones como el Reino Unido, Estados Unidos, Nigeria, México y la Unión Europea han provisto de normas para el open banking.
  • Adopción de un marco regulatorio favorable a la innovación, inspirado en el principio de neutralidad tecnológica, pero capaz de proteger los intereses de consumidores e inversores, así como la estabilidad del sistema financiero, incorporando sandboxes regulatorios.

La adopción de nuevos estándares internacionales en la regulación financiera, la exploración de monedas digitales, activos virtuales y la modernización del sector financiero son temas clave para los países que buscan mantenerse competitivos en un entorno global cada vez más digitalizado. La República Dominicana no puede quedarse atrás en este sentido, ya que de lo contrario perdería competitividad y enfrentaría desventajas en términos de inversión extranjera y confianza de los consumidores.

La evolución del sistema financiero global exige una regulación financiera moderna que no solo garantice la estabilidad del sistema, sino que también permita incorporar la innovación y promover la inclusión financiera, así como la protección al usuario o consumidor financiero. Se presenta como una respuesta a la necesidad de crear un marco normativo más flexible y adaptativo, que proteja al consumidor, mientras fomenta la competitividad y el desarrollo económico del país. En este sentido, no se trata de sobre regular, sino de regular inteligentemente, adaptando la normativa a las nuevas dinámicas sin frenar la innovación ni el crecimiento del sector. La regulación no debe interpretarse como una restricción para la industria financiera, sino como parte de su infraestructura.

El avance de las nuevas tecnologías, las monedas digitales –incluyendo las emitidas por bancos centrales–, los activos virtuales y los servicios que ofrece el nuevo mundo de la tecnología aplicada a las finanzas, entre otros, han cambiado la forma en que se prestan los servicios financieros, lo que requiere que la regulación se modernice para no quedar obsoleta frente a estos avances. 

La realidad es que hoy en día la Ley Monetaria y Financiera no aborda adecuadamente estos nuevos fenómenos. Esto produce un vacío normativo que podría comienzar a ser perjudicial tanto para la competitividad del mercado como para la seguridad jurídica de los actores del sistema financiero. El hecho de que exista estabilidad y buen desempeño en el mercado financiero dominicano no debe ser razón para no abordar esta necesaria reforma, sino todo lo contrario, en tanto reformas de este tipo y calibre no deben ser llevadas a cabo en momentos de inestabilidad.  

En conclusión, la actualización de la Ley Monetaria y Financiera –base troncal del sistema financiero dominicano– no es solo una necesidad para mejorar la supervisión y regulación del sistema financiero dominicano, sino también para asegurar que la República Dominicana pueda aprovechar las oportunidades de la transformación digital y mantener su competitividad en un mercado global cada vez más interconectado y alineado con los nuevos estándares internacionales. 

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