La Autoridad Bancaria Europea ha decidido suspender las pruebas hasta 2021 porque considera que los bancos están muy estresados por la situación sanitaria.
La Autoridad Bancaria Europea (EBA por sus siglas en inglés) ha decidido suspender las pruebas de esfuerzo que están realizando a las entidades financieras más significativas de la zona euro. La razón que avalar esta decisión, a pesar de que el ejercicio está bastante avanzado, es que los bancos están centrando sus esfuerzos en estos momentos en evitar que el coronavirus afecte a su funcionamiento normal.
Asimismo, la EBA ha recomendado a las autoridades nacionales competentes que planifiquen sus actividades de supervisión «de una forma flexible y pragmática» así como posponer cualquiera que no sea esencial.
«Los bancos están en estos momentos muy estresados por la situación sanitaria y las incógnitas económicas como para que, además, deban dedicar unos esfuerzos importantes a llevar a cabo las pruebas de estrés definidas por los supervisores europeos», comentaba recientemente un consultor que está ayudando a algunas entidades precisamente a realizar esas pruebas.
El examen
A principios de este mes las entidades significativas entregaron a los supervisores el primer paquete de análisis de cómo reaccionarían los bancos a una situación de estrés de la economía. A lo largo de este mes se debían terminar los trabajos cuantitativos y entregar toda la documentación a finales, de cara a que durante los próximos dos meses tuvieran lugar tanto el análisis de los supervisores sobre la documentación aportada como la discusión entre las dos partes para acabar teniendo un resultado en torno al mes de julio, que es cuando se publicarían las conclusiones.
El escenario macroeconómico dibujado por los supervisores es algo más estresado que el contemplado en el ejercicio anterior, lo que debería traducirse en un deterioro mayor de los niveles de solvencia de las entidades por el esfuerzo que tendrían que hacer si se diera el peor de los escenarios contemplados pero, a cambio, como el nivel de partida de solvencia del conjunto de los bancos es sensiblemente superior al que tenían cuando se llevó a cabo el anterior ejercicio, el resultado final debería ser, previsiblemente, que las entidades en su conjunto mostrarían una mayor resistencia ante choques profundos de la situación económica.
Los argumentos a favor de que finalmente los supervisores hayan decidido suspender las pruebas, aunque éstas estén a medio camino de finalizar, se refieren tanto a la impresión de que efectivamente los resultados no arrojarían sorpresas desagradables más allá de lo que ya se sabe acerca de cómo están algunos sistemas financieros nacionales, como del hecho de que las entidades están en estos momentos muy estresadas tratando de garantizar su pleno funcionamiento en una situación de riesgo como la actual, que les está obligando a decidir que buena parte de sus servicios centrales trabajen desde sus domicilios; que están duplicando áreas para evitar colapsos producidos por una extensión de la enfermedad en centros vitales y que, al menos en el caso español, se está proponiendo que los accionistas no acudan presencialmente a las juntas de, que es el hecho puntual donde estos tienen un relativo protagonismo.
Los propios supervisores han tomado decisiones en el mismo sentido y han decidido limitar lo más posible los viajes y las reuniones con terceros que nos sean estrictamente necesarios. La reunión del consejo del BCE va a celebrarse sin la presencia física de varios de los gobernadores de los bancos centrales nacionales. Sirva como ejemplo de lo que está pasando que, por ejemplo, BBVA decidió trasladar a varios profesionales de la mesa de tesorería a un centro separado de la sede central con el objetivo de que sirviera de doble en el supuesto de que en esta hubiera problemas, y lo que ha ocurrido es que el contagio se ha detectado precisamente en la que debía servir de escudo.
Existe, además, otra cuestión añadida y es el propio impacto que la crisis del coronavirus puede provocar en el conjunto de la economía de la eurozona y en cada país miembro.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha señalado que o se actúa de forma coordinada y clara o se corre el peligro de acabar en una crisis similar a la de 2008 y de la que apenas hace un par de ejercicios que se ha salido.
En estas circunstancias, y sin saber cuál puede ser el alcance real del deterioro de la economía que efectivamente va a tener lugar, puede parecer un ejercicio demasiado innecesario finalizar las pruebas de resistencia elaboradas bajo unos supuestos que pueden verse sobrepasados por la realidad.